A menudo, el dolor ocular o la prominencia de los ojos pueden ser adjudicados erróneamente a un tumor ocular. Sin embargo, con la evaluación adecuada muchas veces se diagnostica como una inflamación no infecciosa llamada “pseudotumor orbitario”, debido que se lo suele confundir con un tumor.
En algunas ocasiones, esa inflamación puede ser el resultado de una afección general como la Enfermedad de Graves, que afecta a la tiroides.
Los tumores malignos más comunes en las órbitas son los linfomas.La mayoría, se localizan sólo en las órbitas, sin poner en riesgo el resto del cuerpo y cuenta con elevadas posibilidades de curación.
Las metástasis de tumores lejanos pueden aparecer en la órbita. Las más frecuentes son de tumores de mama y próstata. La invasión directa de la piel que rodea a la órbita y los senos paranasales, puede ocurrir con el “carcinoma basocelular” y el “espinocelular”. Otros tumores malignos, como el “hemangiopericitoma”, el “condrosarcoma” y el “neurofribroma maligno” se dan en contadas ocasiones.
Sin embargo, la única forma de saber con certeza el tumor exacto y si es benigno o maligno es el análisis por el médico patólogo, luego de extraerlo en forma completa o parcial con una cirugía.
Antes y Después
PRE: Paciente con tumor quístico congénito benigno, que creció a lo largo de la infancia (quiste dermoide).
CASO 2
PRE: Este paciente se presentó con un tumor orbitario de difícil ubicación, muy profundo en la órbita y desviando el nervio óptico. Su campo visual se estaba deteriorando, por lo que se aconsejó la extirpación quirúrgica.
Este caso muestra la extrema dificultad de algunos tumores orbitarios
CASO 3