En aquellos pacientes en quienes se espera una recuperación rápida de su parálisis, se utilizan pomadas y gotas lubricantes. Puede ocluirse el ojo por la noche para dormir, o utilizar la llamada “cámara húmeda”, dispositivo que mantiene la humedad de la córnea aún cuando el ojo no cierre en forma completa. Las personas afectadas que no recuperan la función del nervio facial, tienen posibilidad de recurrir a distintos procedimientos destinados a mejorar su situación. Uno de los más utilizados es el implante de una pesa de oro en el párpado superior. Esto se basa en que el párpado presenta un músculo que lo abre y otro que lo cierra. Estos músculos tienen distintos nervios que los gobiernan, y en la parálisis facial únicamente está afectado el cierre pero no la apertura del párpado. En el examen previo a esta cirugía, se adhiere una pesa de prueba a la piel del párpado, para determinar qué peso es apropiado para cada paciente, de tal manera que pueda abrir su ojo con normalidad y cerrarlo con la ayuda de la pesa. No siempre el ojo cierra en forma completa después de la operación, pero la mejoría obtenida es muy significativa para la salud de la córnea y para la visión. Esta operación se realiza con anestesia local en forma ambulatoria y suele combinarse con un ajuste del párpado inferior que a veces ha descendido por el mismo problema. Hemos publicado un trabajo científico en la revista Archivos de Oftalmología de Buenos Aires, donde evaluamos el resultado del implante de pesas en 34 pacientes. La operación fue exitosa en el 97% de los pacientes. La parálisis facial puede producir un descenso de la ceja que en ocasiones entorpece la visión, lo cual es posible de corregir a través de una cirugía de elevación de ceja. Por último, en aquellas personas que tienen trastornos para beber o hablar por la caída del ángulo de la boca, es factible que se beneficien con la suspensión de ese ángulo, que lo eleva a una posición más simétrica y confortable.